Cada domingo, Usaquén despierta con el bullicio de los visitantes que llegan al tradicional Mercado de Pulgas, uno de los puntos más emblemáticos del turismo cultural en Bogotá. Entre calles empedradas y fachadas coloniales, se alzan decenas de toldos donde se mezclan las antigüedades, el arte, la ropa vintage, los discos de vinilo, los objetos de colección y la artesanía local.
Más que un lugar para comprar, el mercado se ha convertido en un espacio de encuentro. Allí coinciden artesanos, coleccionistas, artistas, turistas y vecinos del sector, creando un ambiente que refleja la diversidad y la vitalidad cultural de la ciudad.
Una historia que empezó en los años noventa
El origen del Mercado de Pulgas de Usaquén se remonta a 1990, cuando un grupo de artesanos y pequeños comerciantes se organizó bajo el nombre de Asociación de Expositores Toldos de San Pelayo. La iniciativa, respaldada por la Alcaldía de Bogotá, buscaba ofrecer un escenario formal para quienes vivían de los oficios creativos y del comercio de antigüedades.
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Desde sus primeros años, el mercado reunió a restauradores, libreros, vendedores de curiosidades y creadores de piezas únicas hechas a mano. Con el tiempo, se transformó en un referente cultural y turístico de la capital, al que acuden tanto bogotanos como visitantes de otras ciudades y países.
Un ecosistema de creatividad y economía popular
Más de tres décadas después, este mercado a cielo abierto sigue siendo motor de la economía local. Para muchos expositores, representa una oportunidad de sustento y un espacio donde se visibilizan saberes tradicionales y expresiones artísticas que, de otro modo, quedarían relegadas.
En cada puesto hay una historia: manos que restauran muebles antiguos, artistas que reinventan materiales reciclados, o emprendedores que mantienen vivas técnicas artesanales heredadas por generaciones.
Un símbolo cultural de Bogotá
El Mercado de Pulgas de Usaquén no solo dinamiza el comercio, sino que fortalece la identidad bogotana. Su mezcla de tradición y modernidad, sumada a la arquitectura del barrio, lo convierte en una experiencia cultural completa para quienes buscan descubrir el alma creativa de la ciudad.
Entre los corazones de Usaquén, este mercado sigue siendo un símbolo de inclusión, encuentro y memoria: un lugar donde la cultura no se guarda en vitrinas, sino que se vive cada fin de semana, al aire libre.
*Contenido financiado por el Fondo Único de TIC.

