Un hombre gordo, con cabello largo y de corte tipo “cabeza de coco” andaba por las calles de Estados Unidos en un Ferrari California modelo 2016 con placa diplomática. El sujeto, bajo una identidad falsa, tenía reuniones de negocios en un lujoso hotel.
Decía, muy altivo, ser Bin Khalid Al Saud, hijo de un rey de Arabia Saudí. Sin saber con qué artimañas, muchas personas confiaban en su ascendencia milenaria. Tanto, que logró obtener tarjetas de crédito a nombre de Bin Khalid, por más de 200 millones de dólares.
Lo que ignoraban, quienes lo conocieron, es que el supuesto príncipe saudí había llegado a Estados Unidos adoptado por una familia de Michigan, no era ni príncipe ni árabe. Su verdadera identidad era Anthony Gignac y nació a más de 12.000 kilómetros de Arabia Saudí, en Bogotá, Colombia.
Al parecer, Gignac y su hermano fueron abandonados por sus padres biológicos en un orfanato de Bogotá. Algunas versiones aseguran que su padre, en aprietos por la falta de sustento para la familia, asesinó a un tercer hijo para ahorrarse la crianza.
Mintiendo en Estados Unidos
Ya en el país del ‘Tío Sam’, Gignac se inventó su ‘sueño américano’. Desde pequeño empezó a inventar historias ficticias sobre su vida y la identidad de sus padres, suplantándolos con actores de Hollywood. Parecía ser un juego de niños, pero el tiempo le mostró que su capacidad para la mentira le podría traer beneficios, al menos por un tiempo.
Según registro policial, el falso príncipe había empezado a cometer fraude en distintas tiendas y empresas bancarias de Miami-Dade durante los años 90. Desde tiendas Cocowalk hasta asesores de American Express se emocionaron al atender a un noble oriental, pero se arrancaron los cabellos cuando se dieron cuenta de la estafa.
De igual forma, fingiendo tener gran cantidad de fondos y un respaldo de Arabia Saudí, logró estafar a universidades, bancos, joyerías y concesionarios de vehículos, lo que le permitía tener dinero en efectivo y llevar una vida llena de lujos.
Sin salirse del cuento
Gignac se hospedó en lujosos hoteles en Miami, habitaciones donde habían dormido celebridades como Michael Jackson y Prince, por mencionar algunas, entregando identidades falsas y tarjetas sin fondos. Pero todo se acabó cuando se le volteó la torta a mediados de 1994.
En esa fecha, Gignac se reunió con dos hombres en el penthouse de un hotel, con la idea de que podría estafarlos. Los hombres, sin necesidad de fingir, lo molieron a golpes y le robaron tarjetas y objetos personales. Desesperado, el principe falso denunció el robo.¿
La Policia, para confirmar la identidad del príncipe, llamó a la embajada de Arabia Saudí, pero esta no reportó conocer ningún príncipe que se llamara Bin Khalid Al Saud. Lo metieron preso y tuvo que responder por más de 20.000 dólares que debía al hotel donde se hospedaba cuando fue atracado.
Un abogado se contactó con Gignac y este, con su ilusionismo magistral, lo convenció de pagar la fianza que sería recompensada con los exorbitantes fondos de su padre, el rey saudí. El abogado accedió y Gignac quedó en libertad otra vez.
Reapareció en investigaciones por fraude a inicios del año 2000, no aceptó ninguna acusación ni tampoco estuvo privado de la libertad. Guardando un bajo perfil durante varios años, Gignac volvió a aparecer el año pasado haciendo negocios multimillonarios con empresarios estadounidenses.
Quizá un poco desgastado de fingir, no logró convencer a los empresarios, quienes, en un primer momento, dudaron de su identidad y le pidieron credenciales. El hombre fingió sentirse ofendido y solicitó regalos de bastantes miles de dólares para perdonar la afrenta.
Tras ese último hecho, Gignac fue capturado a finales de noviembre pasado. Está preso y será judicializado por los delitos de fraude y ofensa a Estados Unidos, es posible que la pena esté alrededor de los 10 años.