Imprudencias viales: ¿un riesgo cotidiano en las calles de Bogotá?
El exceso de velocidad, la impericia al volante y la falta de mantenimiento de los vehículos siguen siendo algunas de las imprudencias viales más frecuentes en Bogotá. Así lo advierten autoridades de movilidad, el sector asegurador y expertos en cultura ciudadana, quienes coinciden en que la siniestralidad vial no responde a una sola causa, sino a una combinación de factores.
Desde la Secretaría de Movilidad, el subsecretario Jhon González explicó que los siniestros viales son eventos multicausales. "Uno de los principales factores es el exceso de velocidad, pero también influyen la impericia del conductor, una mala maniobra o incluso condiciones de la infraestructura", señaló.
A esto se suma el microsueño, un fenómeno poco visible pero altamente riesgoso.
"Es un microsegundo en el que la persona pierde el estado de conciencia; en ese instante se pierde el control del vehículo y se puede generar un siniestro", precisó el subsecretario Jhon González.
Advirtiendo que puede ocurrir de día o de noche, especialmente en vías rectas y en conductores con jornadas extensas o poco descanso.
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El panorama se vuelve más complejo cuando se observa el crecimiento del parque automotor, en especial de las motocicletas. Andrea Díaz, directora de la Cámara Técnica del SOAT de Fasecolda, reveló que en 2024 el país cerró con más de 12 millones de motos y que en 2025 la cifra ya supera los 13,3 millones, con un promedio cercano a 2.700 nuevas motocicletas registradas cada día. En total, Colombia cuenta hoy con cerca de 21 millones de vehículos.
Sin embargo, solo 11 millones tienen el Seguro Obligatorio de Accidentes de Tránsito vigente. “Tener el SOAT al día no es solo un requisito legal, es una herramienta de protección que salva vidas”, afirmó Díaz.
Según cifras del sector asegurador, cada año más de un millón de personas resultan víctimas de accidentes de tránsito, y 861.000 reciben atención gracias al SOAT. De ellas, 781.000 corresponden a motociclistas, lo que confirma su alta vulnerabilidad en las vías.
La directora de la Cámara Técnica del SOAT fue enfática en que, aunque el seguro respalda a las víctimas, no reemplaza la responsabilidad al conducir. Manejar sin este seguro implica una multa de 30 salarios mínimos diarios legales vigentes, la inmovilización del vehículo y la obligación de asumir todos los gastos médicos.
Desde una mirada cultural y de comportamiento ciudadano, Diego Maldonado, director del Observatorio de Cultura y Gestión del Conocimiento Cultural de la Secretaría de Cultura de Bogotá, insistió en que la mayoría de los siniestros se pueden evitar.
"Todo siniestro vial es prevenible y depende en gran parte de las decisiones que tomamos y de cómo interactuamos en la vía", afirmó. Maldonado alertó además sobre el exceso de confianza de los actores viales. "Creemos que sabemos manejar más de lo que realmente sabemos, y ese sesgo de sobreconfianza puede generar más siniestros".
El funcionario también reiteró mensajes clave para la ciudadanía: no mezclar alcohol y conducción, priorizar la convivencia vial y entender que llegar más rápido no siempre es más eficiente.
"Queremos llegar rápido, pero hacerlo puede comprometer la vida de los demás; la tolerancia y la seguridad deben estar por encima de la prisa", concluyó.
El crecimiento de ciclistas y motociclistas en la ciudad ha hecho más evidente una disputa cotidiana por el espacio vial. La presión por llegar primero, sumada al incumplimiento de normas básicas como los límites de velocidad o el respeto por las señales de tránsito, se ha convertido en un factor de riesgo constante. En ese escenario, la Secretaría de Movilidad advierte que el problema no es solo la cantidad de actores en la vía, sino la forma en que usan la infraestructura y se relacionan entre sí.
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Desde la entidad se reconoce que el exceso de velocidad es una de las conductas más preocupantes. De acuerdo con los registros oficiales, más del 49 % de los motociclistas en Bogotá exceden los límites permitidos, una práctica que eleva de manera directa el riesgo de siniestros.
A esto se suman comportamientos como circular por las cebras peatonales, invadir andenes o utilizar de forma indebida las ciclorrutas, acciones que afectan tanto a peatones como a ciclistas y otros conductores.
Frente a este panorama, la ciudad ha fortalecido sus estrategias de control en calle. Inicialmente, más de 40 guías de movilidad se concentraban en la protección de ciclorrutas y pasos peatonales, pero la medida resultó insuficiente. Por ello, se creó un nuevo grupo de agentes civiles de tránsito y transporte, con autoridad sancionatoria, que trabaja de manera articulada con la Policía Metropolitana, incluidos los uniformados que patrullan en bicicleta.
En apenas 15 a 20 días de implementación, esta estrategia ya ha dejado más de 200 órdenes de comparendo a personas que incumplen las normas en las ciclorrutas, en un intento por corregir conductas y reducir la siniestralidad en estos corredores clave de la movilidad bogotana.
Las cifras, las advertencias y las experiencias coinciden en un punto. La imprudencia vial sigue siendo un problema cotidiano en Bogotá, pero también uno que puede reducirse si la responsabilidad individual, el control institucional y la cultura ciudadana avanzan por la misma vía.
*Foto: Alcaldía de Bogotá
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