Con el cierre de 2025 y el inicio de 2026, el salario mínimo vuelve a ocupar un lugar central en la agenda nacional. Este fue uno de los temas abordados en Un Café con Fe, donde se puso sobre la mesa la discusión sobre cuánto podría aumentar el ingreso básico, cuáles serían sus efectos en la economía y si realmente alcanza para vivir con dignidad en Colombia.
El salario mínimo en el país corresponde a la remuneración obligatoria que deben recibir los trabajadores formales por una jornada laboral completa. Su ajuste anual se define a través de una mesa de concertación entre el Gobierno nacional, los gremios empresariales y las centrales obreras, teniendo en cuenta variables como la inflación, el costo de vida y la productividad. En caso de no lograrse un consenso, el incremento es fijado por decreto.
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Más allá del ingreso mensual, este ajuste tiene efectos colaterales en otros pagos asociados, como el auxilio de transporte y aportes que se calculan con base en el salario mínimo. Aunque su aumento busca proteger el poder adquisitivo, también genera debate por sus posibles consecuencias sobre el empleo y la dinámica económica.
Para analizar este panorama, en Un Café con Fe participó Gabriel Angarita, director de Estudios Económicos de la Secretaría Distrital de Desarrollo Económico, quien explicó que el aumento del salario mínimo es una de las variables más sensibles de la economía colombiana. Según indicó, un incremento elevado puede traducirse en presiones inflacionarias, reflejadas en mayores costos de servicios como matrículas, medicina prepagada y el SOAT, lo que termina elevando el costo de vida, especialmente en Bogotá.
No obstante, Angarita señaló que también existe un efecto positivo, una mayor capacidad de consumo para quienes reciben ingresos formales. Sin embargo, advirtió que en una economía con altos niveles de informalidad, un salario mínimo más alto puede dificultar la generación de empleo formal y limitar la contratación por parte de las empresas, lo que podría tener efectos adversos en el mercado laboral.
Desde la otra orilla del debate, las centrales obreras defienden un incremento significativo. El presidente de la CGT, Percy Oyola, quien participa en la mesa de concertación con el Gobierno nacional, explicó que el 9 de diciembre el Comando Nacional Unitario, integrado por la CGT, la CTC y confederaciones de pensionados, presentará su propuesta oficial. Aunque no se precisaron cifras, afirmó que el planteamiento apunta a un aumento de dos dígitos, con el argumento de que el salario mínimo debe seguir cumpliendo su función como mecanismo de redistribución de la riqueza y de reducción de la pobreza.
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Además, recordó que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) presentó el pasado 21 de noviembre un estudio sobre el salario mínimo vital, en concordancia con el artículo 53 de la Constitución, que establece que el salario mínimo debe ser vital y móvil.
Para contrastar estas posturas con la realidad cotidiana, el programa salió a las calles para preguntar a la ciudadanía si el salario mínimo alcanza para vivir. Las respuestas reflejan una percepción generalizada de insuficiencia. Varias personas señalaron que el costo del arriendo, que ronda entre 890.000 y 1.000.000 de pesos en sectores populares, sumado a gastos de alimentación, transporte y servicios, supera con facilidad el ingreso mínimo mensual. Algunos estiman que se requieren cerca de dos millones de pesos para cubrir los gastos básicos sin posibilidad de ahorro.
Así, mientras avanza la discusión técnica y política que también se conversa en Un Café con Fe, la pregunta de fondo sigue abierta: ¿el salario mínimo en Colombia garantiza realmente una vida digna o apenas permite sobrevivir en un contexto de alto costo de vida?

