La vez que Iggy Pop cambió los escenarios por las calles del centro de Bogotá

¡Veci! Te tengo un chisme rockero de La Nevera Sonora que te va a gustar. Hace algunos años, el mismísimo Iggy Pop, sí, el Padrino del Punk, estuvo dándose una vuelta por las calles bogotanas, mezclándose entre buses, vendedores de tinto y trancones.
El legendario cantante y compositor, James Newell Osterberg, Jr. mejor conocido como Iggy Pop, quien hizo parte de grupos como The Stooges y The Prime Movers, es reconocido como un símbolo musical y un pionero con una trayectoria llena de reinvención y resistencia que lo mantienen vigente desde hace más de 5 décadas.
Pero no nos referimos al 2016 cuando se presentó por primera vez en el país como parte de su gira 'Post Pop DepressionTour', en realidad a finales de los años 90, Iggy Pop ya estuvo paseando por la capital, en medio de un romance, tras quedar flechado de una colombiana que vio en un concierto.
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Esta historia de amor, comenzó en el verano del 98 durante el tercer día del Festival de La Vaca realizado en las montañas de los Pirineos, cuando sus miradas se cruzaron por unos segundos, y aunque Liliana Mora, una colombiana de 28 años, siguió su camino sin percatarse de la situación, Iggy Pop, de 51, quedó fascinado por su cabellera negra y ojos cafés.
Después de pedirle a un amigo que la buscara, Iggy y Liliana se reunieron, y entre el whiskey y el vino conversaron durante horas, hasta que tuvieron que despedirse, sin embargo, ese no fue el final, pues durante su gira el músico la contactó casi a diario, lo que los llevó a forjar una amistad a distancia.
Pero Iggy estaba tan cautivado con ella que fue a visitarla, y después casi como en una película romántica, la convenció de acompañarlo a recorrer el mundo mientras él se encontraba de gira, donde no solo conoció las maravillas de grandes ciudades y vivió el vértigo de los escenarios que pisaba el músico, sino que también compartió conversaciones con otras figuras del espectáculo.
Así fue como llegaron a visitar Bogotá, con sus calles empedradas en el centro, sus plazas llenas de historia, su bullicio, su clima fresco, a veces caprichoso, que regala mañanas soleadas que mágicamente se transforman en fuertes lluvias, y su diversidad cultural.
Aunque la mayor parte del tiempo se encontraban en la casa de Liliana en La Candelaria, Iggy fue al Cine Embajador, comió pollito en asaderos del centro de la ciudad, y degustar uno que otro ajiaco, porque, a pesar de lo que se podría creer respecto a la vida loca del músico, sus años desenfrenados ya habían pasado y disfrutaba de la tranquilidad.
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Sin embargo, en el 2000 su historia llegó a su final por distintas razones, principalmente, porque Liliana sintió que ya había llegado el momento de retomar su vida y no seguir a la sombra del artista, quien además era un poco celoso, sumado a que el estar constantemente de viaje complicaba la relación que Liliana tenía con su hija, lo que terminó de inclinar la balanza hacia la separación, optando por cerrar ese capítulo.
Aunque tras terminar su relación, Iggy la invitó un par de veces a Los Ángeles, ella siguió con los planes que tenía antes de conocerlo, por lo que tiempo después perdieron el contacto, ella se casó mientras el músico continuó con su carrera, sus giras y, quién sabe, rompiendo corazones por el mundo.
La historia, que se convirtió en un mito urbano, contada de boca en boca por la capital, fue finalmente verificada y narrada por la misma Liliana en una entrevista de Juan Sebastián Barriga para un artículo de Vice, quien durante casi 15 años guardó esta anécdota como un recuerdo muy preciado, que solo compartía en contadas ocasiones.
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