Omar Pérez, la leyenda escrita que no sigue en Santa Fe

Omar Pérez no sigue en Independiente Santa Fé
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Mié, 10/01/2018 - 09:17

Negar la grandeza e importancia de Omar Pérez en Santa Fe sería un acto de deshonra y mentira. El argentino llegó en 2009 para empezar a conquistar títulos. El primero sería la Copa Colombia. Torneo que en ese momento le ganó al Deportivo Pasto.

Omar poco a poco se convertía en ese líder con un ADN ganador que necesitaba el equipo para acabar con una sequía de 37 años sin conquistar un título del Fútbol Profesional Colombiano. Y llegó ese día. Fueron largas noches, muchos jugadores y años de decepciones que se acabaron. Omar Pérez comandó al Santa Fe que luego de 37 años de sequía volvía a gritar campeón.

Un esfuerzo que la hinchada la reconoció y lo elevó al nivel de ídolo. Las nuevas generaciones ven en Omar ese jugador que necesitaba el equipo. Alguien que llevó de nuevo a la gloria al conjunto cardenal y conquistó títulos para devolverle a Santa Fe esa grandeza que se había embolatado en 37 años de manejos sin resultados.

Luego de eso llegaron las ligas de 2014 II y 2016 II, la Copa Sudamericana, la Suruga Bank y las SuperLigas de 2013, 2015 y 2017. Santa Fe volvió a ser Santa Fe y Pérez comandó a una generación ganadora que los hinchas jamás olvidarán.

Su permanencia jamás fue cuestionada.  Es tanto el cariño de la hinchada,  que  cuando hubo tensión entre Gerardo Pelusso y Omar, la hinchada respaldó al 10 y motivó la salida del técnico.

Ahora, Omar y la hinchada sufrieron tal vez el golpe más certero en su orgullo; perder una final con su rival de patio, Millonarios. Desde ese día todo ha sido hermetismo en las toldas rojas. Pocas contrataciones, las declaraciones de Gregorio Pérez sobre Omar Pérez y una salida de César Pastrana, el presidente más ganador en la historia roja, ha sembrado más dudas que certezas en la hinchada.

Omar sale de Santa Fé como un ídolo, como un líder, como una leyenda que se escribió en estos últimos años y devolvió al conjunto rojo a los lugares de privilegio. Pérez merece una despedida a lo grande, con un estadio rojo y con una hinchada cardenal coreando su nombre, como el 10 que comandó una generación ganadora.

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