El costo oculto de la energía hidroeléctrica en Colombia

En Colombia, gran parte de la energía que consumimos proviene de proyectos hidroeléctricos, como grandes embalses que garantizan el suministro eléctrico en ciudades como Bogotá. Sin embargo, el costo de la energía hidroeléctrica va más allá de lo que se refleja en las facturas de electricidad.
Jennifer Chavarro, líder de la Asociación de Personas Afectadas por el Proyecto El Quimbo (Asoquimbo), ha sido recientemente reconocida con el Premio Nacional de Derechos Humanos, por la defensa de los derechos de las comunidades afectadas por el proyecto hidroeléctrico El Quimbo.
"Este premio es muy significativo porque es un reconocimiento al liderazgo ambiental que tenemos en el departamento del Huila con Asoquimbo, y al trabajo de cientos de defensores y comunidades campesinas alrededor de los ríos", comenta Chavarro.
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Este galardón no solo celebra su esfuerzo, sino también el compromiso de las comunidades locales en la protección del medio ambiente.
Energía hidroeléctrica: ¿una energía limpia?
A pesar de la promoción de la energía hidroeléctrica como una opción limpia y sostenible, Chavarro cuestiona esta narrativa. "Nos han vendido una idea muy favorable para los intereses de las empresas, pero en realidad, los proyectos hidroeléctricos, como el de El Quimbo, generan una gran destrucción ambiental. La inundación de áreas de bosque seco tropical y la alteración del ecosistema del río Magdalena son claros ejemplos de esto", explica Chavarro.
La devastación de la flora y la fauna, junto con la descomposición de materia en el río, ha llevado a niveles de oxígeno peligrosamente bajos, que requieren una inyección constante de oxígeno.
Desafíos para las comunidades
La construcción de El Quimbo ha tenido un impacto devastador en las comunidades locales. Los residentes desplazados por la represa no han recibido una compensación adecuada.
"La empresa diseñó un censo para identificar a los afectados, pero excluyó a la gran mayoría. La Corte Constitucional nos dio la razón y afirmó que el censo fue efectivamente mal hecho", dice Chavarro.
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La relación con la empresa es tensa, ya que esta ha minimizado el impacto y ha explotado la situación como una oportunidad para promover su imagen como defensora de energías limpias.
Chavarro critica la falta de acción de las autoridades competentes, como la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (ANLA). "Su actividad y su seguimiento han sido ineficientes, y prácticamente han permitido muchas de estas actuaciones de violaciones de derechos humanos de la empresa. Hemos tenido bastante dificultad con que la autoridad nacional, la ANLA, no cumpla con sus funciones misionales en el seguimiento estricto que le debe hacer a la empresa ENEL", afirma.
Avances y lecciones aprendidas
A pesar de los desafíos, Chavarro destaca algunos logros importantes. La crisis generada por El Quimbo ha fortalecido la organización social en la región, con Asoquimbo y otras organizaciones defensoras del ambiente consolidándose como actores clave en la protección de los derechos humanos y ambientales. Además, su impacto ha abierto la puerta a una discusión más amplia sobre los procesos en el desarrollo energético en el país.
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La experiencia de Asoquimbo y el liderazgo de Jennifer Chavarro subrayan la necesidad de una evaluación integral de los impactos ambientales y sociales de los proyectos hidroeléctricos. A medida que Colombia continúa dependiendo de esta fuente de energía, es crucial que se garantice una compensación justa y se protejan los derechos de las comunidades afectadas.
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