La calle más dulce de Bogotá: un festín de postres en la Zona P
En el corazón del barrio Modelo Norte, hay un rincón que endulza la vida de los bogotanos. Se trata de la Zona P, una cuadra dedicada exclusivamente a los postres, donde cada fin de semana cientos de familias se dan cita para deleitarse con sabores tradicionales que han sobrevivido al tiempo y a las modas alimenticias.

En el corazón del barrio Modelo Norte, hay un rincón que endulza la vida de los bogotanos. Se trata de la Zona P, una cuadra dedicada exclusivamente a los postres, donde cada fin de semana cientos de familias se dan cita para deleitarse con sabores tradicionales que han sobrevivido al tiempo y a las modas alimenticias.
Desde hace más de cincuenta años, esta zona ha sido testigo del amor capitalino por el dulce. Luz Marina Ortiz recuerda cómo su abuela y su madre iniciaron la tradición con una pequeña venta de obleas cerca del Parque El Salitre.

La expansión de la ciudad y la transformación de lo que alguna vez fue parte de la hacienda El Salitre convirtieron este sector en un destino gastronómico obligado para los amantes de los postres.
Aquí se pueden encontrar delicias clásicas como el Matrimonio y el Divorcio, el dulce de papayuela, el dulce de mora, la cuajada con melao y el infaltable postre de natas. Cada bocado es un viaje a la memoria colectiva de la ciudad, donde los sabores caseros siguen reinando sobre las opciones industrializadas.
Margarita Bernal, una bogotana de pura cepa y experta en gastronomía, reconoce la importancia de este lugar en la identidad culinaria de la capital. Con su experiencia como periodista gastronómica, consultora y cocinera del canal El Gourmet, afirma que la tradición de los postres en Bogotá no solo persiste, sino que se fortalece con el tiempo.
Más allá de ser un simple antojo, la Zona P es un punto de encuentro familiar, un refugio para quienes buscan reconectar con su niñez y un recordatorio de que, en Bogotá, el dulce no solo es un sabor, sino una parte esencial de nuestra historia.