Lo mejor del piquete bogotano con la rellena del 12 de Octubre
Si Bogotá tiene un rey en su gastronomía, es el ajiaco, pero su joya oculta es el piquete, y dentro de él, la rellena es la reina. Este embutido de arroz, sangre y tripa es el corazón de las plazas de mercado y de la comida popular. En el barrio 12 de Octubre, su importancia es tal que allí se celebra el Fritanga Fest, el festival anual que rinde homenaje a la fritanga, una tradición que calienta tanto el estómago como el alma.

Si Bogotá tiene un rey en su gastronomía, es el ajiaco, pero su joya oculta es el piquete, y dentro de él, la rellena es la reina. Este embutido de arroz, sangre y tripa es el corazón de las plazas de mercado y de la comida popular. En el barrio 12 de Octubre, su importancia es tal que allí se celebra el Fritanga Fest, el festival anual que rinde homenaje a la fritanga, una tradición que calienta tanto el estómago como el alma.
Emilia Ballesteros Vargas, una cordobesa de 57 años, ha pasado 25 de ellos trabajando en piqueteaderos del 12 de Octubre. Llegó a Bogotá en 1992 buscando nuevas experiencias, pero sin perder sus raíces. Hoy, es cocinera en Sir Pig, un tradicional piqueteadero y lechonería junto a la Plaza Distrital de Mercado. Su trabajo es incansable: fríe, pica, sirve y hace lo que haga falta. Con su buen humor y energía inagotable, es un pilar de la cocina popular bogotana.

Eduardo Martínez, chef ejecutivo de Mini-Mal, ha dedicado más de 20 años a investigar ingredientes y preparaciones tradicionales junto a diversas comunidades. Ingeniero agrónomo de profesión, pero cocinero de pasión, es un defensor de la gastronomía local y de quienes la mantienen viva. Mini-Mal, su restaurante, es más que un comedor: es un laboratorio cultural donde las tradiciones culinarias colombianas encuentran un espacio para evolucionar sin perder su esencia.
En el 12 de Octubre, la rellena no es solo un alimento, es un símbolo de la comida bogotana. Desde los piqueteaderos hasta los restaurantes de autor, este manjar sigue conquistando paladares y reafirmando su lugar en la identidad gastronómica de la ciudad.